No es ningún secreto que el aumento constante en la competitividad de las empresas y los continuos avances tecnológicos provocan una mayor especialización a la que es difícil resistirse. 

Una de las herramientas que va intrínsecamente ligada a esta especialización no es otra que el outsourcing. Si al escuchar la palabra no puedes evitar preguntarte qué es el outsourcing, conviene empezar por el principio. 

Qué es el outsourcing

Hablando en plata, el outsourcing no es más que la externalización de servicios o actividades en una empresa. Consiste en que la empresa decide delegar ciertos procesos o actividades secundarias, contratando a un determinado proveedor especializado para ellas. De este modo, la empresa puede centrarse por completo en su actividad principal, pudiendo desentenderse de asuntos como, por ejemplo, la limpieza de sus instalaciones, los sistemas de contabilidad o la contratación de personal. 

Objetivos del outsourcing

Los objetivos del outsourcing son muy sencillos: aumentar la productividad de la empresa al poder centrarse en optimizar sus procesos y actividades más importantes, a la vez que ahorrar en gastos derivados de esos ámbitos secundarios. 

Al confiar en empresas externas, especializadas en esas actividades concretas, se espera que el rendimiento en ellas sea mayor, dando a la empresa contratante la posibilidad de rendir a un nivel que no habría estado a su alcance de trabajar por sí misma. Se busca así aumentar la competitividad y poder hacer frente a rivales más fuertes o con mayor inversión tecnológica mediante un uso más óptimo de los recursos. 

Qué aporta el outsourcing a las empresas

No se puede hablar de outsourcing que es sin plantear resultados prácticos: ¿qué consigue concretamente una empresa al recurrir a esta herramienta?

Focalización

El objeto de todo proceso de especialización pasa por centrar los esfuerzos y recursos sólo en los objetivos principales del negocio. Al poder dejar de prestar atención a aquellas áreas que no resultan estratégicas para la actividad más importante, la empresa puede centrarse solo en esta y mejorar su rendimiento en ella. 

Ahorro

Un outsourcing bien planificado redundará en una reducción de costes notables. Contratar un proveedor externo implica no tener que invertir en infraestructuras ni tecnología, ni en las contrataciones de personal asociado a estas actividades secundarias. Un outsourcing mal diseñado puede llegar a suponer la pérdida de esta ventaja. 

Regularidad de costes

Al contratar el servicio con una empresa, esta marcará sus precios. Esto pasa a ser un gasto previsible, mucho más fácil de tener en cuenta y de planear, a diferencia del riesgo constante de costes imprevistos u otros problemas que la empresa enfrentaría de llevar a cabo la actividad por su cuenta.

Mayores recursos tecnológicos

Algunas actividades exigen el acceso a una tecnología de alto coste que una empresa de tamaño más pequeño no podría permitirse. Recurrir al outsourcing permite disponer de tecnologías puntas con las que habitualmente sólo la competencia más fuerte podría contar, abriendo multitud de posibilidades a una nueva escala. 

Mayor capacidad de respuesta

Un equipo centrado por completo en un solo ámbito de acción tendrá siempre mayor capacidad de adaptación a los cambios en el mercado o el entorno. Aumenta la capacidad de innovación, los procesos internos se optimizan y se consigue una mayor flexibilidad.

Dependencia

Aunque el outsourcing es una gran herramienta, no se deben perder de vista sus puntos débiles. A cambio de aumentar el rendimiento y reducir costes, la empresa se vuelve dependiente de terceros. Esto puede llegar a provocar problemas, retrasos y costes si el proveedor habitual no puede prestar sus servicios por algún motivo y se hace necesario esperar o cambiar de empresa contratada. 

Tipos de outsourcing

La mayoría de contratos de outsourcing se dan en el ámbito del outsourcing táctico, que es la subcontratación de tareas específicas y de poca relevancia para la empresa, pero este dista mucho de ser el único tipo existente. 

En el outsourcing estratégico y el co-sourcing se dan colaboraciones más duraderas y estrechas, llegando incluso en este último a colaborar en práctica igualdad de condiciones. 

El offshoring, por otro lado, es una práctica ampliamente extendida desde hace mucho tiempo, que consiste en contratar a compañías extranjeras para llevar a cabo determinadas actividades, normalmente a causa de acceso a menores costes de producción. 

En el outsourcing in house toda la colaboración se lleva a cabo en las instalaciones del contratante, mientras que en el outsourcing off site, la actividad es llevada a cabo en las instalaciones de la empresa contratada, que distribuye directamente al consumidor. 

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