Un proyecto sin objetivos es un barco a la deriva. El símil puede parecer manido a estas alturas, pero es una realidad palpable para muchas personas que no supieron planificar correctamente sus empeños. Da igual cuántos esfuerzos y cuántas ilusiones se vuelquen en llevar a cabo una idea: sin una meta clara y realista jamás se obtendrán resultados.

Contar con unos objetivos adecuados es esencial para diseñar una estrategia exitosa. Saber qué es lo que queremos conseguir, teniendo en cuenta con qué recursos contamos y de qué manera podemos aprovecharlos al máximo, es lo que diferencia a un objetivo SMART de un simple deseo bienintencionado.

Los objetivos SMART fueron definidos por primera por el consultor George T. Doran en 1981, aunque sería el influyente autor Paul J. Meyer quien veinte años después ahondaría en el concepto, estableciendo las características principales. Hoy en día los objetivos SMART son un elemento clave en la elaboración de cualquier campaña empresarial.

¿En qué consisten los objetivos SMART?

En el nombre está su propia descripción. SMART, palabra que significa “inteligente” en inglés, es al mismo tiempo un acrónimo formado por los siguientes términos:

  • Specific (específico)
  • Measurable (medible)
  • Achievable (alcanzable)
  • Relevant (relevante)
  • Time based (con límite temporal)

Veamos paso a paso cada una de estas características para analizar de qué manera concreta contribuyen a la eficacia de un plan de acción.

 

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Específico

Un objetivo será concreto o no será. Así de sencillo. El propósito de un proyecto debe estar absolutamente determinado y ha de resultar comprensible para cualquiera que trabaje en su consecución. Un método que permite saber fácilmente si un objetivo es específico consiste en ser capaz de expresarlo en una frase simple. “Aumentar el volumen de ventas de la sección de productos del hogar» podría ser un buen ejemplo: no deja lugar a dudas respecto al fin que se quiere lograr y pone el foco exclusivamente en el aspecto sobre el que deben concentrarse todos los esfuerzos.

Se trata, quizá, del elemento que mejor identifica a un objetivo eficaz.

Medible

Un objetivo debe permitir siempre la evaluación. Si no nos permite recabar datos para comprobar si cumple con su función o se desvía del propósito establecido, un objetivo pierde por completo su sentido. Por tanto, a la hora de planificar una estrategia empresarial hemos de asegurarnos que contamos con objetivos cuantificables, no sólo para poder realizar un seguimiento de su desarrollo, sino sobre todo para ser capaces de implementar las modificaciones que fueran necesarias en caso de detectarse errores o debilidades.

Alcanzable

Un objetivo es, ante todo, una meta realista. Aumentar el volumen de ventas de la sección de productos del hogar en un 300%, siguiendo el ejemplo anterior, no será nunca un objetivo realizable si los recursos de la empresa y la situación del mercado impiden llegar a dicha cifra. Si bien es positivo fijarse propósitos exigentes que resulten motivadores, ignorar cuáles son nuestras auténticas posibilidades dentro de unas circunstancias concretas únicamente provocará un desperdicio de tiempo, dinero y energías.

Relevante

Un objetivo debe resultar útil para el negocio. Ningún objetivo se plantea en el vacío, de forma aislada, sino relacionado con otras metas fundamentales para sostener la actividad de la empresa. A la hora de definir unos objetivos no sólo es importante lo que se quiere conseguir, sino qué sentido tiene conseguirlo. No se trata de lograr el éxito por el éxito, sino de que dicho éxito juegue un papel relevante de cara a llevar adelante una estrategia global.

Con límite temporal

Un objetivo tiene fecha de caducidad. Toda campaña empresarial se fija sobre un límite temporal, más allá del cual el cumplimiento de los objetivos pierde todo su valor. De hecho, las características antes mencionadas sólo tienen sentido si pueden desplegar sus efectos dentro de unos plazos determinados, ya que el tiempo es, probablemente, el recurso más escaso, y por tanto más valioso, con el que cuenta un negocio. Un buen objetivo, en resumen, será aquel que sea capaz de completarse en un momento en el que, efectivamente, permita obtener beneficios reales.

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