En el mundo de las inversiones, hay pocas cosas tan emocionantes como aventurarse en el territorio de esas empresas que, aunque tienen un gran potencial de crecimiento, suponen también un nivel de riesgo a la par.
Hablamos del Venture Capital o capital riesgo, una acción financiera que representa como pocas la máxima de que para ganar mucho, también hay que arriesgarlo. Mientras que muchas formas de inversión se basan en buscar activos que aporten un crecimiento estable y seguridad, todos los que tienen un poco de experiencia en el mundo de los negocios saben que las grandes ganancias se hacen adelantándose a los demás: invirtiendo en lo que nadie más supo ver antes.
Venture Capital: definición y tipos
El Venture Capital no es otra cosa que una acción financiera en la que el inversor o los inversores dan lugar a un fondo que tiene el objetivo de capitalizar en uno o varios proyectos emergentes, generalmente startups con muy poco tiempo de vida, que tienen un gran potencial de crecimiento y desarrollo pero que también suponen un gran riesgo.
Se trata, en definitiva, de apostar un poco por el todo o nada, en el que todo depende de la capacidad de elección de los inversores y de su habilidad para influir y guiar al nuevo proyecto en sus primeros pasos. Es una figura muy emocionante, pues el potencial de ganancias es enorme, como grande es también la posibilidad de no llegar a recuperar lo invertido.
Los grupos de Venture Capital suelen estructurarse en dos modalidades distintas:
Los llamados General Partner funcionan de forma que cada participante mantiene una independencia considerable dentro del grupo, eligiendo los proyectos en los que invertir con notable autonomía.
En la modalidad Limited Partner, en cambio, solo algunos socios tienen la capacidad de administrar y elegir los proyectos en los que invertir, mientras que los demás se limitan a aportar el capital y recibir los beneficios correspondientes siempre que los haya.
Funcionamiento del Venture Capital
El grupo de Venture Capital debe crearse siempre a través de un estatuto de funcionamiento y un contrato que especifiquen tanto las competencias de cada participante como cuáles serán los porcentajes de inversión de cada uno, así como sus focos de inversión, su área o áreas de actuación y la visión general del emprendimiento.
Tras ello, será necesario definir el tipo de perfil a adoptar o la fase en que las empresas en las que se invertirá se encuentran:
Capital Semilla:
son aquellas empresas que aún no se han constituido y existen solo sobre el papel, a la espera de un aporte de capital con el que poder constituirse oficialmente.
- Incubadoras:
Se trata de empresas que ya se han constituido, pero que distan de encontrarse en una posición firme en el mercado y necesitan de una inversión que les permita establecerse con mayor seguridad.
- Aceleradoras: estas son las empresas que aunque ya están constituidas y en pleno funcionamiento, necesitan de un aporte de capital que les permita acelerar su crecimiento y mejorar así su desempeño.
Una vez elegido esto, no quedará más que hacer efectiva la inversión en los proyectos elegidos. Lo más habitual es elegir varios de ellos para poder así diversificar el riesgo y no depender de una única opción. Invirtiendo en distintas startups, es más probable que alguna de ellas llegue a buen puerto y cubra las posibles pérdidas de las otras.
Es muy importante que el grupo de Venture Capital dedique tiempo y recursos suficientes al estudio en que se eligen las startups en las que invertir, pues de este depende gran parte de la rentabilidad económica del proyecto.
Además, en este sentido se suelen valorar no solo el dinero a invertir sino también los servicios de asesoría, capacitación y los conocimientos a compartir, así como la cartera de clientes, pues en muchos casos además de comprarse acciones el inversor pasa a participar en la gestión ejecutiva del proyecto emergente.
Existen numerosas plataformas de Venture Capital firmemente establecidas, en que los inversores pueden buscar ideas y proyectos con los que trabajar.