Obtener en todo momento la mayor rentabilidad posible es el objetivo prioritario de cualquier empresa. Esto significa no sólo esforzarse por ofrecer productos y servicios superiores a los de la competencia, sino también en saber cómo invertir los beneficios obtenidos para que el dinero no se limite a cumplir un papel de recurso ocioso. Esta necesidad es imperativa tanto en grandes como, sobre todo, en pequeñas y medianas empresas, que son las que constituyen el grueso del tejido productivo en España.
En un contexto como el actual, donde la incertidumbre es la nota dominante en la economía, es lógico que particulares y compañías opten por métodos de inversión clásicos, alejados del riesgo de la especulación propia de los mercados secundarios. Uno de estos métodos, que combina rentabilidad y seguridad al ofrecer garantías concretas de beneficio, es el depósito bancario
¿Qué son y cómo funcionan los depósitos bancarios?
Los depósitos bancarios son un producto financiero tradicional en el que se acuerda que una parte deposite una determinada cantidad de dinero a cambio de que otra parte se comprometa a devolverlo más adelante junto con un interés previamente acordado. Quien entrega el dinero decidirá en el contrato la duración del depósito, durante el cual no podrá disponer del mismo. En general, cuanto más tiempo pase el dinero depositado, más alto serán los intereses que genere.
Las entidades bancarias ponen a disposición de sus clientes diferentes planes de depósito que pueden ir desde sólo 30 días, en algunos casos, hasta más de una década. Lo más común, no obstante, es encontrar contratos de 6, 12 o 24 meses, cada uno con su propia rentabilidad y condiciones específicas, como las posibles penalizaciones por retirar el dinero antes del plazo acordado.
Aunque existen multitud de tipos de depósitos bancarios, podemos agruparlos en cuatro categorías según su funcionamiento:
- Depósitos a la vista: Se trata de un modelo de depósito similar a una cuenta corriente, en el que el dinero permanece en todo momento a disposición de la persona que lo entregó, por lo que ésta puede retirarlo sin sufrir ninguna penalización. Aquí el interés depende sobre todo de la cantidad depositada, por lo que a menudo este producto recibe el nombre de cuenta remunerada
- Depósito a plazo fijo: Se pacta la entrega de una cantidad de dinero con el compromiso de no retirarlo hasta cumplir el plazo estipulado. El banco abonará al depositario el total de la suma más un interés al final de dicho plazo o en pagos periódicos mientras dure el depósito. Si el depositante quiera acceder al dinero antes de la fecha acordada, el banco podrá penalizarle rebajando el porcentaje de beneficio. Es el depósito más popular
- Depósito en libreta de ahorros: Este depósito guarda similitudes con las cuentas remuneradas, ya que el dinero se encuentra a disposición del depositante, si bien el banco puede controlar la evolución del depósito gracias a una libreta de ahorros, afectando así al interés. No obstante, aunque se trata de un modelo algo más rígido, suele ofrecer tasas de rentabilidad más altas
- Depósitos complejos: Aquí se engloban todos aquellos depósitos en los que el interés sobre el capital entregado no es fijo, sino que está sujeto a variaciones del valor de determinados activos o al resultado de inversiones que pueden conllevar ciertos riesgos, como en el caso de los depósitos combinados
Como garantía adicional, en España existe el Fondo de Garantía de depósitos, con el que el depositante tiene asegurada una cobertura máxima de 100.000 euros en caso de que la entidad bancaria se declare en quiebra.
¿Qué depósito resulta más conveniente para una pyme?
Debido a las sucesivas subidas del tipo de interés en la zona euro, los depósitos bancarios están ofreciendo a pequeñas y medianas empresas tasas de rentabilidad como no se habían visto en las últimas décadas. Es una oportunidad de oro que pueden aprovechar todas aquellas compañías que prevean un incremento del saldo de tesorería que pueda descuadrar sus balances.
Los depósitos bancarios en entidades extranjeras suelen ser los favoritos para los inversores españoles, como Privatbanka o Banca Sistema, que ofrecen una TAE del 3% en depósitos a plazo fijo en 2 años.
En cualquier caso, cabe recordar que los ingresos obtenidos a partir de los intereses de los depósitos bancarios computan como beneficios, lo que significa que deben pagar impuestos. El tipo impositivo dependerá de la cantidad, situándose en un 21% para ganancias entre 6000 y 50.000 euros.